Actividad: Fic Colectivo (incompleto)
Autora:Sherezada
Fecha: 9/06/2009
Esperaron al menos unos diez minutos, hasta que al fin ya no escuchaban ni a los caballos ni a sus jinetes. Atem dejó salir un suspiro de alivio, cuando una tosecita le recordó que no estaba sólo, y rojo como nunca en su vida, soltó a la joven mientras volvía a pedirle disculpas...
-Oye... Perdón por mi rudeza, pero tenía miedo que gritaras o algo y con eso ellos notaran dónde estábamos...-se excusó Atem.
-Claro no hay problema.-dijo ella.-¿Quiénes eran esos?-preguntó mientras ambos salían de la caverna.
-Bandidos del desierto, ladrones y asesinos. Su líder es uno de los más buscados de Egipto.-explicó él.
-Ah... Pues si no quiere ser perseguido por ladrones... la próxima vez deje las joyas en casa, Su Alteza.-dijo ella con una sonrisa.
Atem se vio a sí mismo en falta. Estaba tan molesto que había olvidado quitarse sus adornos, o al menos cambiarse para no salir con sus ropas finas... Sólo entonces cayó en la cuenta que Seto lo estrangularía tan pronto regresara al palacio. Siempre le recordaba sus peleas callejeras y le refregaba en la cara que él sería el Faraón, por lo que no debía arriesgarse; ¡Imaginénse cuando se enterara que fue perseguido por aquélla banda de maleantes! ¡No! ¡Lo mejor era que nadie lo supiera!
La joven, divertida por la manera en la que había reaccionado el muchacho que la acompañaba, no pudo evitar soltar una risita. Finalmente, cuando él volvió a la normalidad, ella optó por presentarse. Por algún motivo ese noble no le daba miedo.
-Soy Anzu, Su Atelza.-dijo ella haciendo una reverencia.
-Anzu, no hagas eso... Estamos fuera del palacio, y no quiero que las personas me traten de esa manera... No aquí...-dijo él, mientras la tomaba de los hombros para que se enderezara.
-M... Bueno... Supongo que está bien, si usted lo dice...-dijo ella un poco confundida. ¿Desde cuando la nobleza no aceptaba reverencias y humillaciones?
-Tampoco me digas "usted" o "Su Alteza" si nadie te está escuchando o viendo... Tengo un nombre...-dijo él.
-¿Y cuál es?-soltó ella rápidamente.
El rostro de Atem pasó del cobrizo al rubí al recordar que había olvidado comentar ese "insignificante" detalle cuando ella se presentó. Era extraño poder hablar tan abiertamente con alguien que no fuera del palacio, o mejor dicho, que no fuera de La Familia Real, Su familia...
-Mi nombre es Atem.-dijo él y miró hacia otro lado. Sabía que estaba sonrojado y no deseaba ser visto así.
-¿Atem? ¿Atem...?-para desgracia del joven, Anzu parecía conocer su nombre. Entonces ella reaccionó. -¡Usted es el Príncipe...!-el joven volvió a taparle la boca, tan rápido como pudo.
-¡¡No grites!! ¡¡O vendrá todo el mundo a reverenciarme!!-dijo rápidamente y lo más bajo que pudo.
Cuando la dejó ir, le hizo jurar que nunca revelaría dónde lo había visto, ya que, de lo contrario, todos en el palacio y fuera de él sabrían qué ruta usaba para salir de ahí cuando quería estar en la ciudad a solas, sin toda su corte. Ella asintió con la cabeza, y le dijo que no se preocupara. Jamás revelaría el secreto.
Viendo la posición de las sombras, supo que se le estaba haciendo tarde y que tenía que regresar al palacio. Seguramente su padre, su abuelo y su "querídisimo" primo debían estar hirviendo de furia, en vista que nuevamente logró llevar a cabo otro "escape milagroso". Se despidió de la joven y emprendió su camino, cuando sintió que ella lo detenía.
-Es que yo también tengo que ir al palacio...-dijo ella un poco ruborizada.
-¿Trabajas ahí? Nunca antes te había visto...-comentó él con cierta sorpresa.
-Eh... Bueno, de hecho yo... yo...-intentaba buscar una excusa.-Yo no trabajo ahí...-dijo finalmente.-¡Pero una prima mía sí y me pidió que fuera a verla, pero no sabía cómo entrar así que...!-
-Está bien... Puedes entrar conmigo... ¡Pero te haré responsable de tus actos! ¿¡Entendiste!?-dijo él de pronto de manera autoritaria, lo cual la espantó.-¡JA! ¡Es broma! ¡Vamos...!-
Ya adentro del palacio, Atem revisaba cada esquina, casi como si tuviera un asesino acechándolo. Esto llamó la atención de la joven, quien preguntó al respecto. Él le dijo que en realidad era por instinto de autoconsevación al mismo tiempo que imaginaba los rostros de su primo, de su padre y de su abuelo, sumamente enfadados esperándolo en alguna parte del palacio...
Ella sonrió levemente, pero recordó que no debían verla con él... Rápidamente preguntó en qué dirección quedaba la cocina, ya que dijo que su prima trabajaba allí. Él volteó a verla y le dijo que sólo debía seguir ese pasillo y entrar por una puerta donde se hallaba una escultura de Bastet un poco dañada por el tiempo. Ella le dio las gracias y se marchó, él hizo lo mismo pero en dirección contraria, rumbo a sus aposentos.
Ya en la puerta indicada, entró al mismo tiempo que llenaba sus pulmones con aire. La iban a reprender, no había duda...
-¡¡¡Anzu!!! ¿¿¡¡Dónde estabas!!?? ¡¡¡No sabes lo que he tenido que hacer para que no notaran que te fuiste!!!-dijo una joven de cabello castaño y ojos azules al mismo tiempo que dejaba de lavar unas cacerolas.
-Lo siento Mana, me distraje... ¿El cocinero notó que yo...?-preguntó termerosa, pero su amiga negó con la cabeza.-FIU... ¡Qué bueno! A ver déjame a mí, después de todo... se supone que estuve haciendo esto la última media hora...-dijo tomando el lugar de su amiga.
-Anzu... ¿Te pasó algo interesante allá afuera?-preguntó la chica.
-Pues...-se le vino a la cabeza la imagen del príncipe, pero...-Nada fuera de lo común... Sólo problemas, y las quejas de mis parientes... Lo de siempre...-
Su amiga se retiró del lugar. Al mismo tiempo, ella pensaba que tenía suerte que el Príncipe no supiera que ella existía, o hubiera tenido muchos problemas por su huída de sus quehaceres...
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