1er One Shot.
Titulo: Dos Ojos Azules
Autora: $ђîžД W† 43
Fecha:30/03/2009
Dos ojos azules
Su incorrecta posición ya no le causaba impresión a nadie; su pereza ya no era novedad en ningún momento; y su inteligencia no dejaba rastros de sorpresa, porque nunca la dejaba salir. Todos le decían que se privara de esas acciones, al menos en la clase más temida-o mas bien, en la clase de la profesora más temida-, Matemáticas. Pero a él no le importaba la susodicha, ni cualquier otra, sino que sólo pensaba en la dichosa hora de salida.
"No es gran cosa", repetía en cada momento, y sus compañeros le reclamaban que así no iba a lograr siquiera pasar el año presente.
-Pamplinas-murmuró cinco minutos después de que tocaron para el final de la clase.
-Joey, no seas pesado. Si no quieres hacer nada, ¿qué rayos haces aquí?
-Pues me entretengo más que en mi casa.
-Idiota.
-Hey, hey, sabes que no soy partidario de la violencia.
-Uy, mira quien lo está diciendo. Eres el que más alienta la paz.
-Ah, vamos, Yami, dame un poco de crédito.
-¡No lo mereces!-exclamó el aludido, ahora saliendo del salón, seguido del rubio-Es decir, tiraste todo por la borda, y ahora te portas como un bueno para nada.
-Tengo mejores cosas en que pensar.
-Idiota.
-Ok, basta con lo de "idiota", ¿de acuerdo?
-Está bien.
-Bueno, para empezar, no he tirado todo "por la borda"-replicó Joey, levantando sus dedos, asemejando comillas-, aún hago mis tareas, proyectos individuales y exposiciones.
-Pero ningún bendito examen ¿Acaso te has puesto a pensar que podrías necesitas un promedio mínimo de nueve para entrar a ese maldito Colegio?
-¿¡Qué!?
-¡Ja! ¡Ahora sí estás asustado, ¿cierto!?
Joey enarcó las cejas y le dio un leve empujón a su amigo, frustrado.
-Tú no tienes corazón.
-Sí, claro, entonces no estaría hablando contigo.
-Pero tú eres un vampiro.
Yami se llevó una mano a la frente y murmuró:
-Joey, no sé qué voy a hacer contigo.
En ese instante, la discusión entre ambos chicos fue interrumpida por una tímida voz, que preguntaba sobre la coordinadora de ese año, a lo que Yami volteó inmediatamente. Al hacerlo, no pudo evitar impresionarse por ver dos ojos azules ansiosos, que lo miraban con cierta curiosidad y paciencia, lo que lo hizo estudiar a la dueña, cuidadosamente, dejándolo sorprendido. Ahí detalló su mirada y percibió una dulce sonrisa en ella que les estaba dedicando a ambos, mientras esperaba una respuesta. Nunca antes la había visto en el Colegio, por lo que su primera teoría fue que se trataba de una chica nueva.
-Ahm, ¿a quién buscas, perdona?-cuestionó, pues ya había olvidado lo que antes había dicho la presente, por observarla en un intervalo de tiempo.
-A la coordinadora...Sara-añadió ella, luego de ver un pequeño papel en el que yacía escrito el nombre mencionado.
-Está en esa oficina-intervino Joey, al tiempo que señalaba la susodicha, a una distancia corta de los tres.
-Gracias-fue la final palabra de la ojiazul, antes de que se alejara.
Yami volteó a verla y no le quitó los ojos de encima, hasta que la vio entrar en el pequeño cubículo. Cuando reaccionó, arqueó una ceja, y miró a su amigo.
-¿Una nueva? ¿Por qué a mediados de año?
-¿Y por qué no?-replicó Joey, sonriendo alegremente.
El tricolor ladeó su cabeza y entrecerró los ojos.
-¿Por qué me miras así?
-¡No puedes evitarlo! Te gustó, lo sé.
-¿De qué hablas?
-Vamos, Yami, lo pude ver desde el momento en que te quedaste callado por casi ocho minutos.
-¡No pasaron ocho minutos!
-Tienes razón, pasaron diez-confirmó el otro, haciendo una mueca divertida.
Yami mostró su semblante, con el claro coraje escrito en todas partes.
-Estás exagerando. Simplemente me sorprendió. No todos los días ves a alguien con ese color de piel y ojos.
-Sí, claro, como si tú fueras muy similar a todos, ojos violetas.
-Al menos no son cafés.
-¡Ja! Pues, por lo menos mi cabello es normal.
Yami sólo se limitó a emitir un gruñido en desacuerdo. Comenzaba a darse cuenta que Joey ya estaba usando esa "arma" constantemente para callarlo...y no le gustaba ese hecho.
El día de clases terminó como cualquier otro. Yami y los chicos iban saliendo del edificio y apenas bajaron las escaleras, la "nueva" bloqueó su camino, un tanto nerviosa, lo que provocó que la miraran extrañados, aunque le sonrieran momentos después. Inmediatamente, Yugi le dio una cordial saludo, al tiempo que se presentaba: fue cuando aprovechó para presentar a los demás. Mientras lo hacía, Joey dio un codazo al costado de Yami, haciendo que éste se sobresaltara y lanzara un quejido.
-¿Qué sucede contigo?-reclamó severamente.
-¿Por qué no le preguntas dónde vive y la llevas? Así podrás conocerla un poco.
-¿Por qué habría de hacer eso ahora?
-Ya te lo he dicho.
-Joey...
-Él es mi hermano Yami, y él, Joey-terminaba de decir Yugi, después de señalar a los chicos, respectivamente.
La castaña sonrió con gusto, y cuando hubo mencionado su nombre por igual, miró a los dos mencionados con anterioridad, y emitió un siseo.
-Hmm, creo que los he visto en la mañana. ¿Cerca de la coordinación?
-En vivo y a todo color-dijo Joey, haciendo una reverencia y provocando que la joven riera.
A partir de ahí, todos mantuvieron una cálida conversación con ella, logrando pasar un rato agradable, pero hubo un momento en que Yugi se vio obligado a interrumpir.
-Bien, Yami y yo nos tenemos que ir. Nos están esperando en casa.
-Como siempre, un buen hijo-murmuró Tristán, sonriendo abiertamente.
-Por supuesto, si no, ¿quién lo sería?
-Uhh, te degradó, amigo-anunció Joey, volteando a ver a Yami, quien se cruzó de brazos y se encogió de hombros.
-Como sea.
Ambos hermanos se despidieron y tomaron su acostumbrado rumbo para llegar a casa, pero cuando Tea se dio cuenta de la dirección por la que iban, los detuvo, preguntándoles si era posible acompañarlos. Yugi fue el primero en acceder, y Yami a regañadientes, después de que se percató de la carcajada de Joey, a algunos metros de ellos.
-Gracias-dijo ella, dulcemente.
Así, los tres reanudaron el paso y caminaron hacia el Oeste, poco a poco dejando el Colegio atrás. En el trayecto, que al final resultó ser bastante largo, Yugi y Tea fueron los que llenaron todos los momentos de palabras, sin dar la oportunidad al silencio de implantarse una sola vez. Yami sólo los miraba de soslayo, ligeramente fastidiado por no poder tener un poco de "paz", pero se mantenía callado, haciendo todo lo posible por pasar desapercibido, con tal de no ser incluido en aquellas aburridas conversaciones. Sin embargo, sí ponía atención a las reacciones de la ojiazul con respecto a lo que decía su hermano, o la forma en que sonreía con gusto por poder hablar con alguien que apenas había conocido. Casi podía jurar, que sus dos ojos brillaban de satisfacción, haciendo que se vieran mucho más hermosos de lo que eran. Su conclusión final, luego de estudiarla cuidadosamente durante todo ese rato, fue que se veía muy agradable, y que parecía ser una buena persona después de todo, pero eso no implicaba que le gustara, aunque le indicaran lo contrario. Se lo repitió una y otra vez, cada día que pasaba, cada semana y cada mes, que tan sólo era una chica que se había integrado con ellos, convirtiéndose en una buena amiga, e incluso llegó a cantárselo en una melodía fastidiosa, a Joey, quien era aquel que más insistía en que pensaba diferente en cuanto a los dos. Mencionaba cada vez que podía, que desde la primera vez que los había visto frente a frente, supo que no sólo habría una relación amistosa entre los dos, sino que lograba percibir ese "algo" que no sabía describir, que pronto los llevaría a tomar un mismo rumbo en el que la amistad se transformaría en un sentimiento más importante y más fuerte. Aún así, Yami se negaba y renegaba de que no iba a suceder de esa manera, ya que decía que no la veía así, por el simple hecho de que eran completamente diferentes y por lo tanto, nunca lograrían entenderse. Pero en el lugar más recóndito de su mente, tenía un ligero presentimiento de que sus contradictorias personalidades hacía que se complementaran perfectamente, como para formar una pareja: una cosa era que no quisiese aceptarlo, ya fuese por temor o por su mismo orgullo.
Cuando decidió ponerse en de acuerdo consigo mismo, tomó una decisión definitiva en la que aceptó que en el transcurso del tiempo, había comenzado a sentir algo por la castaña, algo que sabía que siempre había estado ahí desde la primera vez que se había encontrado con sus maravillosos ojos, azules como las estrellas nocturnas que mostraban su belleza en la oscuridad. Nunca antes había quedado embelesado por dos ojos, y los de ella eran los únicos que habían logrado perderlo en constantes trances fuera de la realidad. Por ende, sugería que ella misma era la primera que lo llenaba de alegría con sólo ver una sonrisa suya, y esperaba que por igual, fuera la última, ya que de alguna manera, no sabía por qué, sentía que era aquella persona especialmente para él que había encontrado por fin. Gracias a esa manera de pensar, tiempo después, fue capaz de declararse ante ella en una tranquila noche, caminando por el parque, y para su grata sorpresa, fue correspondido, cosa que celebró interiormente cuando se detuvieron junto a un gran roble que fue el testigo del primer beso que se promulgó entre los dos. Con éste, le expresó el cariño y el aprecio que le tenía, y con un cálido abrazo, le dijo que había logrado enamorarlo, a pesar de toda la resistencia que había opuesto, y que sin embargo, se sentía con dicha de que lo hubiese hecho, porque se decía la persona más feliz que nunca y no quería que eso cambiara. Ella había llenado el vacío de su vida...
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