martes, 14 de septiembre de 2010

Concurso De One-Shots - 3ero

3er One-Shot.
Titulo: Mi Primera Navidad Contigo.
Autora: Sherezada
Fecha: 18/12/2009

Mi primera navidad contigo…

-Oye… Despierta Bella Durmiente…-escuché de repente en mi oído. Reconocí de inmediato esa voz. Sólo una persona sobre la faz de la Tierra podía llamarme así, y no salir herido…
-Cinco minutos más Atem…-logré articular ocultando mi rostro contra la almohada.
-M…-conocía ese sonido…

Cuando me di cuenta, todo mi cuerpo estaba al descubierto, porque alguien me había arrebatado mi acolchado. Despegué mi cara de mi almohada para ver a mi querido Faraón a los pies de mi cama, sosteniendo mis sábanas y frazadas, victorioso de haberme despertado. Quise enfrentarlo con la mirada, pero no pude… siempre pierdo cuando intento algo como eso… Simplemente no es justo.
Sin previo aviso dejó las sábanas y frazadas a los pies de la cama, y me dijo que me cambiara, que el desayuno estaba listo. Típico, desde que vivimos juntos, siempre es la misma historia… Él me despierta con el desayuno preparado, y demás. No es que me quejase de ello, es sólo que sus estúpidas costumbres como Faraón incluían levantarse bien temprano, motivo por el cual nunca pude sorprenderlo yo…
“Bueno, este año será diferente.”-pensé. Ya tenía todo mi “maquiavélico” plan armado, sólo necesitaba distraerle con algo para que no notara nada… El problema era qué…

Bajé bostezando explícitamente para demostrarle que necesitaba un poco más de sueño, y que, como era ya costumbre, estaba molesta que me hubiese despertado de esa manera. Otras veces al menos me despertaba con un beso o algo, un día, no tengo idea de cómo hizo para que no me diese cuenta, me llevó en brazos hasta la sala, y desperté recostada en su pecho. Bueno, no recuerdo haberme quejado por ello…

-Ya me perdonarás… algún día…-dijo apoyándose contra la mesa. –Oye, ¿no crees que va siendo hora de terminarlo?-inquirió mirando hacia un rincón, donde descansaba mi triste intento de un árbol de navidad.
-Tal vez.-acoté pícaramente pasando a su lado sin saludarlo. La verdad es que no tenía idea si ese desdichado árbol de plástico resistiría esa navidad también, porque recuerdo haber tenido tres años cuando llegó a casa. –Pero que te quede claro, no pienso hacerlo sola.-con mi estado de ánimo mataría lo que quedaba del pobre abuelito.

Me senté y comencé a comer mi desayuno rápidamente, ya que, sin notarlo, me moría de hambre. En fin. No pude dar cinco bocados que dos fuertes brazos, proporcionados por cierto novio mío, llegaron desde atrás y me tomaron de la cintura, al mismo tiempo que Atem bajaba su cabeza con intención de besar mi nuca… y matarme por atragantamiento con el huevo frito que acababa de engullir, y que quedó atravesado en mi garganta momentáneamente…

-¿Vas a decirme qué planeas?-musitó cerca de mi oído.
-Tendrás que ser más persuasivo…-dije tomando mi plato y poniéndome de pie rápido. No quería que me viera sonrojada.

Él me arrebató el objeto de las manos, lo puso sobre la mesa, y me tomó de la cintura y la espalda en busca del punto donde termina mi mandíbula y comienza mi garganta. ¡¡Rayos!! ¿¡Para qué lo incité!?

-¿Tea? ¿Qué tanto tramas?-no… no ese tono de voz de amante sobre-protector suyo. –Si me dices te prometo que me hago el sorprendido.-susurró para finalmente plantar el beso.
-¿Si te mantengo con la intriga consigo más besos a cambio?-pregunté para desviarle. Sentí que intentaba disimular su risa por el comentario.
-Te diría que no, pero estaría mintiendo. Son mi mejor arma de persuasión contigo…-me dijo, ahora mirándome de frente.
-Pues te está fallando…-respondí. –Ya, vamos a terminar el árbol. No quiero que mi pobre pino de plástico reciba las fiestas, desnudo.-

Miró al árbol.

-¿Tú, honestamente, crees que resista hasta año nuevo?-preguntó incrédulo. –M… Creo que mi regalo para ti será un nuevo árbol desmontable…-dijo con su sonrisita maliciosa.
-Oye, no lo insultes. Si ha sobrevivido hasta ahora, no veo porqué tendría que morírseme ante el más mínimo toque de mi parte.-me hice la ofendida.

Me soltó de su abrazo para permitirme caminar, y nos dirigimos a donde se hallaba mi querido arbolito. Nos sentamos en el suelo mientras abríamos las cajas con los adornos que faltaban, y yo intentaba no electrocutarme con los cables de las luces, o pincharme con las puntas de la estrella. El único de defecto de la sensación de cercanía con Atem, era que me producía un efecto de torpeza.
Decorar el árbol nos llevó toda la tarde, hasta que finalmente estuve libre para telefonear a Yugi (quince minutos, la duración de las duchas de Atem), y pedirle ayuda. Sin duda iba a aceptar. Era la primera vez que celebraríamos la Navidad de forma íntima, es decir, sin los chistes de Joey, o los comentarios molestos de Tristán… Joey iba a pasar las fiestas con Serenity, Tristán fue reclutado para ir con sus abuelos, y Ryou celebraría con toda su familia. Así que NUESTRA fiesta estaría constituida por mí familia y la de Atem que eran tan sólo Yugi y el Abuelo.
Acabé la plática justo a tiempo, ya que cinco segundos después, sentí a Atem salir del baño.

NOCHE BUENA

“Bueno, ya casi está todo.”-pensé mientras colocaba las bebidas.-“Ahora, sólo debo esperar que Yugi cumpla su parte del trato.”
Sentí el timbre, y salí corriendo a recibir a mi familia, sabía que papá aún no perdonaba del todo a Atem por “raptarme” de mi casa. Sin embargo, estaba extrañamente tranquilo como para estar parado en “territorio enemigo”, o mejor dicho, respirar el mismo aire que mi novio respiraba todos los días. ¿Qué traía entre manos? Le resté importancia después que mi abuela me sorprendió con los regalos. “Wow, papá hasta compró cosas para Atem…”-miré a mi padre.-“Sólo espero que no sea una pistola para efectuar un suicidio… o un homicidio…”.
El tiempo pasó rápido, los Muto debían llegar pronto, así que corrí a cambiarme. Ése era mi regalo para Atem, ponerme el vestido azul zafiro que me regaló en mi cumpleaños y nunca tuve ocasión de estrenar. Sabía que le dolía un poco verlo siempre en el fondo del ropero, con la caja sin abrir. Iba a darle gusto, aunque no tan así a mi padre, al ver que era con la espalda descubierta y que sólo era sostenido por unos breteles que pasaban tras mi cuello. Me arreglé y bajé.
La siguiente vez que escuché el timbre, le pedí a mi mamá que abriera y le guiñé un ojo, y ella lo captó al momento. Yo ya le había comentado lo del vestido de fiesta, por lo que supe que traía puesto el regalo de Atem y no quería que me viera en él tan rápido. Me escondí en el dormitorio mientras escuchaba personas entrando. Atem sonaba decepcionado de no haber estado para recibir a los invitados. “No sé qué hiciste Yugi, pero te debo una.”-pensé. Escuché al Faraón preguntar por mí y pasos en la escalera. “¡Ahí viene! ¡Tea tranquila!”-no me iba a servir, pero no hacía daño intentar concentrarse un poco.
La puerta se abrió, dándole paso a un atónito Atem.

-¡Sorpresa!-grité mientras lo abrazaba y recibía con un beso.

La sorpresa fue mía cuando me meneó la cabeza en señal de reproche. ¿Estaba en problemas?

-Ay, no puede ser… Tea…-tragué con dificultad. -¿Cómo te atreviste a darme mi regalo cuatro horas antes de medianoche?-su tono pasó a broma.

No pude evitarlo, me reí. Me levantó la cara tomándome gentilmente de la barbilla, haciéndome mirarlo a los ojos. Volvió a besarme y luego me susurró un sinnúmero de halagos y cumplidos. Finalmente le di algo de intimidad para que él se cambiase también: un pantalón negro de vestir y una camisa blanca con una corbata un tanto floja. Esa siempre era su combinación para las fiestas, pero… me sorprendió que se hubiera decidido a usar también el saco.
Le resté importancia. Seguramente quería darle una buena impresión a mi padre, quien no parecía molesto cuando nos veía abrazados o besándonos (lo que pasó muy seguido, gracias a que siempre terminábamos muy convenientemente debajo de algún muérdago, que no recordaba haber colocado). “¿Se habrá complotado con mis padres?”-pensé.

Finalmente, medianoche, hora del brindis y de los regalos. El regalo para Atem, de parte de mi padre, resultó ser sólo un reloj pulsera, aunque debía admitir que era de buen gusto. Respiré aliviada. Parecía que se hubiesen perdonado todos los rencores… por ahora. Finalmente, él se acerca a darme mi último regalo de esa noche.

-Lo estaba guardando para el final de la fiesta pero…-confesó mientras tomaba mi mano derecha con una mano, y buscaba algo con la otra.

Lo que vi que sacó fue un hermoso anillo de plata y oro blanco que depositó en mi dedo anular. De repente no recordaba cómo hablar, o respirar, o dónde estaba y quiénes eran las personas que nos estaban mirando. Nada. Mi mundo se detuvo en los ojos amatistas del hombre, que ahora se hallaba arrodillado frente a mí.

-Tea, te amo más que a nada en este mundo, más de lo que he amado a nadie jamás, y siento que ya no puedo vivir sin ti. ¿Te casarías conmigo?-su pregunta sólo consiguió que las lágrimas que estaba reprimiendo lograran salir.
-Atem…-fue la única palabra que recordé de momento. -¡Pensé que nunca me lo pedirías! ¡Claro que sí!-fue mi eufórica respuesta, mientras me arrodillaba y me abrazaba fuertemente a él.

Sin duda fue la mejor Navidad de mi vida.

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